¿Sabía que un simple hueso de res dio origen a uno de los juegos más curiosos de El Salvador? En los años 40 y 50, los pobladores de Santa Elena, Usulután, convirtieron a «La Taba» —la rodilla de la vaca— en el centro de un pasatiempo lleno de ingenio, creatividad y diversión comunitaria.
Quizá se pregunte: ¿cómo se juega? El reto consistía en lanzar al suelo un hueso de res, que tenía dos lados diferentes —uno liso y otro cóncavo—, y apostar por la cara en la que terminaría al caer.
«Esta es la taba, este es el hueso de la rodilla de la res. El juego consistía en los siguiente, había un jugador que era el que tiraba la taba, en el piso que era de tierra hacían una raya donde se paraba y ahí lanzaba el hueso. Había un personaje importante en el juego que era el casero, era el que recogía las apuestas y es el que dictaba el resultado de quién ganaba o quién perdía», comentó el jefe del distrito de Santa Elena, Héctor Rodríguez.
Video / TCS. / Reportaje elaborado por: Maziel Méndez.
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¿Cuál es la mejor forma para jugar a «La Taba»?
César de la O, uno de los habitantes de Santa Elena, explicó cuál es la forma para que el lanzamiento de «La Taba» sea bueno.
«Usted tiene que tomar la pose de esta forma, que dé la vista hacia adelante, el movimiento de la mano que va a lanzar “La Taba”, viendo hacía allá y tener como flexibilidad para hacer el lanzamiento y que caiga bien en la forma para poder ganar o perder», dijo de la O.
En sus orígenes, La Taba se consideraba un juego prohibido, aunque hoy aún existen personas evocan esos años con nostalgia.
«Había quien apostaba el terreno o el ganado que tenía, lo apostaba por «tabiar»… Yo jugaba, entonces lo divertido era cuando venía la Guardia, salía el desparpajo de todos los que estaba chiveando y tabeando», narró Ricardo Guevara, uno de los habitantes.
El juego alcanzó tanta popularidad que, con el paso del tiempo, los pobladores de Santa Elena empezaron a ser llamados «Los Tabudos», un sobrenombre que, lejos de ser ofensivo, se convirtió en motivo de orgullo e identidad para la comunidad.
“En Santa Elena tenemos nosotros el gentilicio que nos llaman «Tabudo», de generación en generación ha venido el nombre y nos conoce y así se nos conoce no solamente aquí en el territorio de El Salvador, sino fuera de nuestras fronteras, quedó muy compenetrado acá en la cultura de Santa Elena”, afirmó José Melara, residente de la zona.









