La inversión en educación en América Latina atraviesa un momento crítico. Según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en 2022 la región destinó solo 3.9% del Producto Interno Bruto (PIB), el nivel más bajo en 20 años.
Entre 1995 y 2010, la cifra había crecido de 2.9% a más del 5%. Sin embargo, desde 2019, con la llegada de la pandemia, los avances se revirtieron.
El analista social de la UCA, Omar Serrano, opinó: “después de la pandemia algunos gobiernos justificaron la baja inversión por la emergencia sanitaria. Pero el presupuesto refleja las verdaderas prioridades de una administración”.
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Inversión por alumno en desventaja
El informe “Gasto inteligente en educación escolar” señaló que la región está muy lejos de alcanzar los niveles de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Mientras en esos países se invierten cerca de 10 mil dólares por alumno al año, solo Costa Rica y Chile alcanzan los 5 mil dólares. El resto de países latinoamericanos destinan entre 1,200 y 1,800 dólares por estudiante.
Francisco Zelada, secretario general de SIMEDUCO, advirtió: “si no destinamos más recursos para la educación, seguiremos formando profesionales de baja calidad y ciudadanos con pocas oportunidades de superación”.
Video / TCS. / Reportaje elaborado por: Ingrid Castellanos.
Obstáculos y propuestas
El documento del BID también reveló que, aunque algunos gobiernos intentan aumentar los fondos, los recursos no se ejecutan de manera eficiente. La burocracia y la desigualdad territorial continúan afectando a miles de estudiantes.
Zelada ejemplificó: “cuando un profesor se ausenta, los directores detectan el problema de inmediato. Pero contratar a un docente interino requiere trámites tan engorrosos que los alumnos pasan días sin clases”.
Ante este panorama, el BID propone un sistema de financiamiento educativo que considere tres ejes: movilización de recursos, distribución equitativa y ejecución eficaz.
Serrano concluyó: “es necesario captar fondos sostenibles y distribuirlos con equidad, de manera que cada escuela reciba lo necesario para ofrecer una educación de calidad”.









