La Oficina de Prensa del Vaticano confirmó la distribución oficial de asientos y el protocolo que se ha establecido para el sepelio del papa Francisco, una ceremonia religiosa que está llena de simbolismo, tradición y consideraciones geopolíticas.
El lado derecho de la Plaza de San Pedro, frente a la Basílica, se destinará para las delegaciones oficiales de los diferentes Estados. Mientras, al frente, en el lado izquierdo, se ubicará el Colegio Cardenalicio, ataviado con sus vestiduras rojo carmesí.
En las primeras filas, como dicta tanto el protocolo como el simbolismo, estarán los presidentes de Italia y Argentina —Sergio Mattarella y Javier Milei—, representantes de la patria natal y la patria adoptiva del papa. Su posición privilegiada refleja no solo el ceremonial, sino también el profundo vínculo emocional: Argentina, cuna de Jorge Mario Bergoglio; Italia, su hogar durante más de una década como pontífice.
A su lado, se ubicará la realeza católica europea. El rey Felipe VI y la reina Letizia de España compartirán espacio con los reyes Felipe y Matilde de Bélgica, los grandes duques de Luxemburgo, y los soberanos de Mónaco, el príncipe Alberto y la princesa Charlène. También estarán presentes el obispo de Urgell y copríncipe de Andorra, Joan Enric Vives, y el Gran Maestre de la Orden de Malta, Frey John T. Dunlap, en una escena que reunirá a Iglesia y corona.
Justo detrás, tomarán asiento los monarcas de tradición protestante y los jefes de Estado seculares. El rey Carlos XVI Gustavo y la reina Silvia de Suecia estarán presentes, al igual que el príncipe William del Reino Unido, quien asistirá en representación de la familia real británica, marcando un gesto de respeto ecuménico.
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Diplomáticos que asistirán al funeral del papa Francisco
Luego comenzará el delicado juego de la diplomacia. Los presidentes serán ubicados siguiendo el orden alfabético francés de sus países, una regla protocolaria aparentemente neutral, pero que a menudo genera curiosas cercanías o distancias. En una coincidencia llamativa, Donald Trump y Emmanuel Macron compartirán fila, mientras que Volodymyr Zelensky, de Ucrania, será ubicado más lejos, lo que reduce las posibilidades de un encuentro informal con el expresidente estadounidense. Se espera que Zelensky regrese a Kiev inmediatamente después de la ceremonia, dejando poco margen para gestos diplomáticos espontáneos.
La Santa Sede ha reservado espacios cercanos al altar para aquellos líderes con los que el papa Francisco mantuvo lazos especialmente estrechos. Entre ellos figuran Frank-Walter Steinmeier (Alemania), Alexander Van der Bellen (Austria), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y la gobernadora general de Canadá, Mary Simon. También estarán representados Chipre, Albania, Angola, Ecuador, Cabo Verde y otras naciones con relaciones cercanas al Vaticano.
Una incógnita aún sin resolver es la ubicación precisa del expresidente Joe Biden, quien, según trascendió, confirmó su asistencia la noche del jueves, citando una conexión personal con el Papa. Voces cercanas al Vaticano indican que podría no sentarse junto a la delegación oficial de Estados Unidos, lo que lo colocaría posiblemente detrás de Trump.
Más atrás, en los asientos reservados para diplomáticos, se ubicarán ministros, embajadores y enviados especiales. Entre ellos, Yaron Sideman, representante de Israel ante la Santa Sede, ocupará un asiento en la tercera fila, reflejo de la compleja —y a menudo delicada— relación entre el Vaticano e Israel.
