La ansiedad es una reacción natural del cuerpo frente a situaciones de tensión o estrés. Sin embargo, cuando se intensifica y comienza a afectar el descanso, el ánimo o la concentración, puede transformarse en un trastorno que requiere atención profesional.
¿Cómo diferenciar la ansiedad normal vs. trastorno de ansiedad?
Es normal sentir ansiedad ante un examen, entrevista de trabajo o presentación importante. Puede manifestarse con síntomas físicos como: dolor de estómago, insomnio, ganas de ir al baño o vomitar. Estos síntomas son temporales, pasan rápido y desaparecen una vez termina la situación, explica la psicóloga Katherine Campos.
Pero el trastorno de ansiedad se caracteriza por persistencia y cronicidad, donde los síntomas no desaparecen y afectan la vida cotidiana. “Cuando la ansiedad se vuelve un trastorno, ya no es ocasional y comienzan a interferir en las actividades normales de la persona”, señala la psicóloga Andrea Mónchez.
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Señales de alerta
Algunas señales que indican que la ansiedad se ha convertido en un trastorno incluyen, evitar actividades por miedo a que algo salga mal. Inclusive la persona entra en pánico ante situaciones planificadas y que no pueda alcanzar los objetivos. Otros efectos notorios son temblores, sudoración excesiva y deterioro físico.
Hábitos para manejar esta situación
Adoptar ciertas estrategias diarias puede ayudar a reducir su impacto, como las técnicas de respiración: inhalar 3 segundos, exhalar 3 segundos, inflando primero el estómago y luego los pulmones, ayuda a mantener la mente en el presente. Este ejercicio permite “mandar un mensaje al cerebro de que estás a salvo”, asegura Mónchez.
Otras sugerencias que hacen las expertas en salud mental son las distracciones saludables, estas se refieren a libros para pintar, crucigramas o sopa de letras ya que ayudan a desviar la atención de pensamientos irracionales.
“Esto permite que la persona se enfoque en otra situación. Pero si la ansiedad persiste, siempre es necesario acudir a un profesional”, afirma Campos.
Finalmente se sugiere pedir ayuda a tiempo. La ansiedad no es una debilidad. Reconocer cuando lo que sentimos deja de ser pasajero es clave para prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida. La intervención oportuna marca la diferencia entre un malestar temporal y un problema persistente.









