Simon Cowell, el famoso productor británico detrás de franquicias como The X Factor y Got Talent, ya no es el mismo físicamente.
En 2017, Cowell sufrió un desmayo causado por una baja repentina en su presión arterial. Fue un accidente doméstico que pudo haber pasado como un susto más, pero para él fue una señal. “A veces nos recuerdan que no somos invencibles, y esto sin duda fue mi caso”, confesó en una entrevista. Aquella experiencia lo llevó a replantearse no solo su salud, sino su forma de vivir.
Lejos de optar por soluciones rápidas, Cowell empezó por su alimentación, desafiando no solo sus hábitos, sino también sus placeres. Eliminó los lácteos, el azúcar, el pan y la carne roja de su dieta. El resultado fue la pérdida de más de 27 kilos. Pero, más allá del número en la balanza, lo que más lo impresionó fue la claridad mental que ganó. “Mi memoria es mejor, me siento mejor. Y no tuve que matarme en el intento”, señaló.
A diferencia de otras figuras públicas que se aferran a las dietas de moda, Cowell fue pragmático. “No se trata de seguir tendencias, se trata de eliminar lo obvio”, afirmó. Su decisión de acercarse a una dieta totalmente balanceada lo llevó a redescubrir su energía, aunque afirma que aún disfruta de una cerveza ocasional.
Su imagen también ha sido motivo de conversación. Aunque ha sido criticado por el uso de bótox y retoques estéticos, el cambio más notorio ha sido su actitud. Simon Cowell ya no busca impresionar, sino mantenerse presente, lúcido y, sobre todo, saludable por su hijo Eric, su mayor motivación.









