Un grupo de mujeres del distrito de Santa Cruz Michapa, en Cuscatlán Sur, aprovecha la agricultura para mejorar su alimentación y reforzar la economía familiar. Lo que surgió como una respuesta a la escasez de alimentos durante la pandemia creció hasta convertirse en un proyecto consolidado, gracias a la organización comunitaria y al acompañamiento técnico del CESTA.
«Acá somos 15 mujeres las que estamos organizadas, nos dividimos según la afinidad y según los tiempos de cada grupo que asiste a darle mantenimiento y el cuido a el cultivo. Lo que buscamos es promover una alimentación saludable, que de igual manera nos genere autonomía económica y podamos tener un aporte saludable y significativo en la parte económica de nuestros hogares», explicó Iris Santos, una de las participantes.
El huerto, diseñado con el modelo de agricultura sostenible en estilo mandala, aprovecha al máximo el sol, el agua y el espacio y fomenta la diversidad de cultivos. Este enfoque mejora la producción y mantiene las prácticas libres de agrotóxicos.
Video / TCS. / Reportaje elaborado por: Leslie Solito.
«La idea es que los anillos siempre sean de variedad de cultivos, ya que en la variedad está la riqueza de nuestros productos», manifestó Orbelina de Paz, una de las beneficiarias.
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Ventajas de implementar un huerto en estilo mándala
El CESTA ofrece capacitaciones en técnicas de agricultura sostenible, cuidado del suelo y manejo del agua, lo que ha fortalecido el huerto y su crecimiento constante. Gracias a estas prácticas, el sistema mejora la fertilidad del suelo y optimiza el uso del agua, beneficios que resaltan tanto las beneficiarias como los técnicos del proyecto.
«Es una forma bastante eficiente porque se economiza el agua también por la cobertura que se le pone después al suelo, se reduce la evaporación y entonces tenemos resultados bastante favorables. Una de las cosas bien importantes es que las compañeras están alimentándose de forma sana, de forma nutritiva, porque todo este proceso es sin agrotóxicos», expresó Walter Gómez, promotor ambiental del CESTA.
Un impacto directo en la comunidad
Los alimentos que producen se consumen directamente en los hogares de las mujeres participantes. Entre los cultivos más frecuentes se encuentran cebollín, hierbabuena, tomate, cilantro y pepino.
«Están los peces, por eso se llama mándala, porque tiene la pila de los peces y alrededor los anillos tienen las plantas… Sembramos variedad de plantitas», agregó Carmen Molina, una de las participantes.
El proyecto no solo ha fortalecido la seguridad alimentaria, sino también los lazos entre las mujeres del cantón. La organización comunitaria ha generado espacios de apoyo, diálogo y enseñanza.
«De forma comunitaria es bien importante, porque también compartir entre las personas, el compartir el espacio eso trasciende del factor meramente productivo y ya también se genera una empatía, una solidaridad entre las mujeres que es súper importante también», recalcó Gómez.
