Ya sea en teatros, escuelas o estadios, el Himno Nacional de El Salvador es mucho más que una melodía. Es un símbolo patrio que fortalece la identidad y despierta sentimientos de pertenencia en la población, tanto dentro del país como en el extranjero.
La reacción de los salvadoreños es casi unánime: escuchar sus notas significa respeto, emoción y orgullo. “Emoción, alegría del himno de mi país”, expresó Doris Sánchez. Para Edilberto Flores, la experiencia es permanente: “aunque se escuche hoy o más adelante, siempre emociona”.
Jorge Fuentes lo vive de forma más intensa: “es lo más sagrado que hay en la vida. En eventos internacionales se nos salen las lágrimas al escucharlo”. Mientras que José Campos lo relaciona con el deporte: “me siento alegre, sobre todo cuando juega la selección salvadoreña”.
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Tres himnos en la historia nacional
Los cantos patrióticos surgieron en Europa durante el siglo XVIII y pronto influyeron en Centroamérica. En El Salvador, el himno no siempre fue el mismo; a lo largo de la historia se han reconocido tres versiones distintas.
En 1866, bajo el gobierno de Francisco Dueñas, se adoptó el primer himno. Sin embargo, desapareció al caer su administración.
En 1879, durante la gestión de Rafael Zaldívar, se encargó al italiano Juan Aberle la composición de la música y a Juan José Cañas la escritura de la letra. El himno, estrenado el 15 de septiembre de ese año, fue conocido como el de los “Juanes”.
Posteriormente, en 1891, bajo el mandato de Carlos Ezeta, nació un tercer himno de tono marcial llamado “El Salvador Libre”. Pero tras la caída de los Ezeta, también quedó en desuso, y el país retomó el de Aberle y Cañas, que permanece vigente hasta la actualidad.
El historiador Carlos Bernal explica: “la inestabilidad política influyó en esos cambios, pero fue el himno de Aberle y Cañas el que logró perdurar por su simbolismo”.
Reconocimiento oficial y significado profundo del Himno Nacional
En 1992, la Asamblea Legislativa oficializó, mediante el Decreto N.º 342, la práctica de interpretar únicamente el coro y la primera estrofa en los actos oficiales.
La letra del himno refleja los sacrificios históricos del pueblo y su aspiración constante por la paz y la libertad. Bernal detalla: “este himno alude a un pasado políticamente turbulento, por eso la letra habla tanto de paz y libertad”.
Más allá de su valor musical, el Himno Nacional de El Salvador se ha convertido en un referente de unidad. Representa la memoria colectiva de un país que ha atravesado conflictos, pero que siempre ha buscado mantener viva la esperanza.
Orgullo que trasciende fronteras
Para los salvadoreños que residen fuera del territorio, el himno funciona como un vínculo con sus raíces y un recordatorio de identidad. Su interpretación sigue despertando emociones y proyecta al mundo el orgullo de ser salvadoreños.
Más que un canto solemne, es un símbolo de unión y de historia compartida que reafirma el compromiso de una nación por avanzar hacia un futuro en libertad.









