La “enfermedad de las mil caras”. De esta manera se le llama a la Esclerosis Múltiple (EM), enfermedad que afecta funciones cognitivas, emocionales, motoras, sensoriales o visuales y se produce como resultado del ataque del sistema inmunitario de una persona contra su sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal).
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que más de 1,8 millones de personas padecen esclerosis múltiple en todo el mundo.
“Hay episodios durante toda la vida donde está ocurriendo de manera recurrente, unas pequeñas inflamaciones en el cerebro, nervio óptico o médula espinal”, dijo el doctor Daniel Enrique Pereira Contreras, jefe del servicio de neurología del ISSS y miembro de la Junta directiva de Asociación de Ciencias Neurológicas de El Salvador (ACNES).
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Las inflamaciones a las que hace referencia el Dr. Pereira, conllevan a la producción de síntomas muy variados, que dependen del sitio del sistema nervioso que se afecte. Además, detrás de estos procesos inflamatorios va una pérdida progresiva de fibras neuronales y de neuronas, lo que es la parte degenerativa.
Esta enfermedad neurológica, crónica y autoinmune, se manifiesta mayormente en personas entre los 18 y 35 años, con una prevalencia tres veces más frecuente en mujeres que en hombres.
Video/TCS.
En El Salvador no hay estadísticas fidedignas o cercanas de cuántos padecen de esta enfermedad; sin embargo, “en el Seguro Social, donde está la clínica de Esclerosis Múltiple y Enfermedades Desmielinizantes, se atienden a 150 pacientes aproximadamente actualmente en tratamiento por la enfermedad”, detalló el Dr. Pereira, en Frente a Frente, de TCS.
Viviendo con Esclerosis Múltiple
Elizabeth Rodas Aguiñada, presidenta de la Asociación Salvadoreña de Esclerosis Múltiple (ASEM), que también tiene 28 años viviendo con esta enfermedad, recuerda que “cuando comenzaba, yo tenía mucho dolor de cabeza, en la espalda; estaba caminando y me caía. A mí me dolían mucho los huesos”.
Y es que, esta condición, no solo afecta la expectativa de vida de la persona, si no que implica un serio impacto en el ámbito familiar, social y económico-laboral, por lo que el cuidado de la salud mental se vuelve esencial.
“Hasta el 2015, yo intentaba quitarme la vida, ya no quería vivir. Me dio un 70 % de discapacidad, no podía caminar, yo me arrastraba en el suelo. No ha sido fácil, soy creyente, pero cuando Dios le pone a uno, una prueba… Él (Dios) también no le pondrá algo más pesado de lo que puede llevar”, dijo como testimonio la presidenta de ASEM.
Según estadísticas mundiales, entre el 20 % y el 40 % de las personas con esclerosis múltiple con recaídas y mejorías pueden desarrollar con el tiempo una progresión constante de los síntomas.
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