La flor de Cempasúchil, reconocida por su papel protagónico en los altares del Día de los Muertos en México, ha traspasado fronteras y ahora se cultiva también en el distrito de San Juan Opico, La Libertad Centro.
En un vivero de la zona se extienden amplias plantaciones que tiñen el paisaje con los característicos tonos anaranjados y amarillos de esta flor. Su nombre proviene del náhuatl Cempōhuālxōchitl, que significa “flor de veinte pétalos”, y según la tradición mexicana, su aroma guía a las almas hacia los altares durante la celebración del Día de los Muertos.
Diana García, parte del proyecto de cultivo, explica que esta es una flor de sol, de abundante follaje y fácil mantenimiento.
“Es una planta muy agradecida; se puede podar para obtener más flores, y tiene un relieve muy bonito”, añade.
El proceso de crecimiento de esta planta es relativamente rápido: tarda entre dos y tres meses desde la siembra hasta la floración. Se adapta bien al clima cálido salvadoreño, y no solo cautiva por su color intenso, sino también por su aroma fuerte, terroso y dulce, que —según sus cultivadores— parece emanar directamente de la tierra.
Jennifer Muñoz, una visitante del vivero, comenta que el Cempasúchil tiene un profundo significado emocional:
“Representa el recuerdo y el amor por esa persona que ya no está con nosotros”, expresa.
Video/TCS.
La flor de Cempasúchil: una tradición que ilumina el camino de los que partieron
En México, el Cempasúchil no solo adorna los altares, sino que simboliza la conexión entre la tierra y el cielo. Su resplandor y fragancia, según las creencias, guían a las almas de los difuntos de regreso al mundo de los vivos durante esta conmemoración.
Cada año, con la llegada del Día de los Muertos, miles de flores son cosechadas y vendidas en mercados y tianguis, impulsando también la economía de las comunidades productoras.
Hoy, entre pétalos y recuerdos, el Cempasúchil florece en tierras cuscatlecas, recordándonos que el amor y la memoria nunca se marchitan.









