Ahuachapán – En calles empedradas y patios coloniales, muchos aún temen el encuentro con El Sombrerón, un personaje mítico que forma parte de las leyendas más pintorescas y, a la vez, inquietantes de El Salvador.
El Sombrerón es descrito como un hombrecito de baja estatura que siempre viste un gran sombrero negro que cubre su rostro. Se le reconoce por cargar una guitarra con la que toca melodías hipnóticas, capaces de embrujar a quienes lo escuchan.
La tradición cuenta que este ser aparece principalmente frente a mujeres jóvenes de cabellos largos. Con su música logra encantarlas, llevándolas al delirio y dejándolas enfermas de tristeza. Algunos relatos aseguran que, tras escucharlo, las muchachas pierden el sueño y la salud, consumiéndose poco a poco.
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Pero no solo las mujeres son víctimas de este enigmático personaje. En los pueblos también se cree que El Sombrerón castiga a los dueños de caballos, pues en las noches los animales amanecen agotados y con las crines enredadas, como si hubieran sido montados y trenzados por manos invisibles.
Los pobladores advierten que, para evitar su hechizo, se debe mantener el cabello corto y evitar caminar sola de noche en calles desoladas. Aunque para algunos no pasa de ser un cuento de miedo, otros insisten en que el Sombrerón sigue rondando, especialmente en ciudades coloniales donde la tradición aún respira.
Así, entre mito y advertencia, la figura del Sombrerón se mantiene viva, recordando que la música no siempre es sinónimo de alegría: a veces, puede ser un hechizo peligroso en las noches salvadoreñas.









