Estados Unidos decidió revocar las visas de entrada al país a los integrantes del dúo británico Bob Vylan, después de que durante su reciente presentación en el festival Glastonbury en Inglaterra protagonizaran un episodio que ha sido calificado por autoridades y medios internacionales como una incitación abierta al odio.
Durante la presentación, el vocalista del grupo lanzó palabras dirigidas contra las fuerzas israelíes, alentando a miles de asistentes a corear frases que incluían llamados directos a la violencia. El momento quedó registrado y fue transmitido por una plataforma estadounidense, lo que amplificó el alcance de la polémica.
La respuesta por parte del gobierno estadounidense fue inmediata. El subsecretario de Estado para Asuntos Consulares, Christopher Landau, confirmó en su cuenta oficial que las visas de los miembros de Bob Vylan fueron canceladas de manera indefinida. “Estados Unidos no será refugio para quienes promuevan mensajes de odio o glorifiquen la violencia en ninguna de sus formas”, puntualizó el funcionario.
Bob Vylan tenía gira en Estados Unidos
El dúo, conocido por su estilo combativo y letras con fuerte carga política, había programado una gira por varias ciudades estadounidenses para octubre. Sin embargo, tras la decisión, no podrá ingresar al país ni realizar ninguna de las presentaciones previstas.
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La polémica también ha tenido repercusiones legales en el Reino Unido. La policía del condado de Somerset, donde se realiza el festival Glastonbury, anunció una investigación por posible delito de incitación al odio. Según las autoridades locales, ya se encuentran revisando videos, audios y testimonios de los asistentes para determinar las acciones a seguir.
Por su parte, el propio vocalista de Bob Vylan se pronunció en redes sociales, sin mostrar señales de arrepentimiento. En un mensaje que tituló “No me retracto”, reafirmó sus declaraciones y acusó a sus críticos de intentar censurar la lucha por lo que considera una causa justa.
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A nivel diplomático, la embajada de Israel en Londres expresó su profunda preocupación por lo ocurrido, calificándolo de “acto irresponsable y peligroso que enciende sentimientos de odio”. Mientras tanto, el primer ministro británico, Keir Starmer, calificó los hechos como “un discurso de odio inaceptable que debe ser condenado sin ambigüedades”.
