El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en el mundo y que hasta ahora no tiene cura. Sin embargo, diversos estudios científicos coinciden en que adoptar hábitos saludables puede reducir el riesgo de desarrollar este padecimiento o retrasar su progresión.
Entre las recomendaciones más destacadas se encuentra la importancia de mantener una buena calidad del sueño. De acuerdo con investigaciones, el descanso nocturno cumple un rol esencial en la salud del cerebro, ya que durante el sueño profundo se eliminan toxinas y desechos metabólicos. Si estos se acumulan, pueden contribuir a la formación de placas asociadas al Alzheimer.
Los especialistas advierten que dormir menos de seis horas de forma constante aumenta el riesgo de deterioro cognitivo. Mientras que un descanso de entre siete y ocho horas favorece la consolidación de la memoria y el aprendizaje.
Además del sueño, otras claves para prevenir esta enfermedad incluyen: la práctica regular de actividad física, una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, pescado y frutos secos, así como la estimulación mental mediante la lectura, los juegos de memoria o el aprendizaje de nuevas habilidades. También, mantener una vida social activa y controlar factores de riesgo como hipertensión, diabetes y colesterol.
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Aunque no existe una fórmula única para evitar el Alzheimer, la ciencia confirma que los hábitos cotidianos marcan la diferencia.
Dormir bien, mantenerse activo y nutrirse adecuadamente son pasos sencillos pero decisivos para proteger la memoria y la salud cerebral a largo plazo.
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