El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, Rosario Murillo, consolidaron su mando absoluto en Nicaragua y controlarán todos los poderes del Estado y a la sociedad civil, según ratificó el Parlamento en una reforma constitucional.
Con esas reformas, el mandato del gobierno pasará de cinco a seis años y el rango de Murillo sube de vicepresidenta a copresidenta. Por lo tanto, los copresidentes coordinarán a los órganos legislativo, judicial, electoral y de fiscalización. Anteriormente, eran reconocidos como independientes en la Carta Magna.
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Nicaragua se define como un Estado “revolucionario” y “socialista”. Entre los que se incluyen los símbolos patrios de la bandera del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Además, el Estado vigilará a la prensa y a la Iglesia para que no respondan a “intereses extranjeros”. En el caso de las empresas para que no apliquen sanciones similares a las que Estados Unidos impuso a Nicaragua.
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La Constitución de 1987 ha sido reformada en una docena de ocasiones por los diputados afines a Ortega, incluida la que estableció la reelección presidencial indefinida.
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