Consumir grandes cantidades de alimentos antes de dormir es un hábito común, pero poco recomendable. De acuerdo con especialistas, dormir con el estómago lleno impide que el sistema digestivo funcione correctamente y puede derivar en molestias como el reflujo gástrico o daños en el esófago.
El médico Nelson Masis explica que este tipo de prácticas suelen darse por falta de tiempo o eventos sociales, pero advierte sobre sus efectos.
“Después de una cena abundante, el estómago debe liberar esa carga y el esfínter del esófago es la salida más cercana. Esto puede generar reflujo, sobre todo si se consumen alimentos irritantes como café, alcohol o comidas fritas y grasosas”, señala.
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Además, Masis afirma que mantener este hábito puede tener consecuencias metabólicas con el tiempo. “Si se mantiene una alta ingesta de alimentos, aumentan los niveles de insulina, lo que a largo plazo puede provocar resistencia a la insulina y diabetes”.
Al respecto, la nutricionista Stefanny Pineda recomienda optar por cenas ligeras y planificadas para favorecer la digestión y el descanso.
“Podemos preparar sopas o caldos, consumir avena o tomar un té caliente. Estos alimentos ayudan a conciliar el sueño y regular la digestión”.
Recomendaciones a la hora de cenar
- Comer al menos 2 o 3 horas antes de dormir.
- Evitar alimentos grasos, fritos o picantes.
- Ingerir porciones pequeñas.
- Mantener horarios regulares de comida.
Cuidar la alimentación nocturna no solo mejora la digestión, sino también la calidad del sueño. Cenar de forma ligera y con tiempo suficiente antes de acostarse puede prevenir molestias y contribuir a un descanso reparador.
Video/TCS.









