En el cantón Cujuapa, en el distrito de Cojutepeque, Cuscatlán Sur, la noche despierta un viejo relato que se niega a morir. Los habitantes aseguran que el Padre sin Cabeza todavía recorre en silencio los caminos, se oculta entre templos y ronda los árboles sagrados, cuando la oscuridad lo cubre todo.
«En este lugar que estamos que se llama Cujuapa que es uno de los cantones de Cojutepeque ya se ha escuchado hay unos habitantes que lo han visto o tal vez los abuelos, así de generación en generación, por el lado de aquí de «Ojo de Agua», por el lado del otro cantón que se llama «Los Naranjos» también y en los barrios antiguos de Cojutepeque, como era «San Juan», «Santa Lucía» y «Concepción» donde la gente decía que lo habían visto», narró el historiador local, Francisco Berciano.
Video / TCS. / Reportaje elaborado por: Alex Rivas.
Según los relatos populares, este personaje se adentra en los temores más profundos de quienes se cruzan en su camino.
«Es un padre que pecó, entonces faltó a sus votos, por eso él se aparece en iglesias como las que podemos visualizar acá que están cerradas o que simplemente ya no están habitadas, entonces él aparece siempre prácticamente los viernes y las personas que lo logran visualizar mueren del susto», contó Evelyn Carpio, habitante de la zona.
Te podría interesar: La «Cuesta del Burro»: donde el diablo dejó su rastro en Cojutepeque
El amate y su vínculo con lo sobrenatural en la tradición popular
Muy cerca de la ermita se encuentra un árbol de amate. La tradición popular vincula estos árboles con presencias o manifestaciones sobrenaturales, pues se les atribuye una energía especial. La pregunta es: ¿qué los hace tan particulares?
«Este está algo tierno, porque hay unos que son más frondosos, que ya son cantidades de años las que pueden tener. Un palo de amate o un árbol de amate es sagrado porque viene desde nuestros ancestros, desde los mayas, un árbol muy sagrado, en primer lugar es un árbol para aclarar común y corriente como los demás, pero son leyendas también. En el caso del amate pues ese simbolismo que tiene, ese misticismo que tiene que ha venido de generación en generación y hasta este momento se considera un árbol muy simbólico en el misticismo salvadoreño», comentó Berciano.
El Padre sin Cabeza y las noches marcadas por el terror
Cada vez que este ser aparecía en la noche, el canto de los animales marcaba el inicio de su recorrido. Algunas personas relatan el terror que provoca sentir su presencia tan cerca, como una advertencia silenciosa de que algo sobrenatural ronda el lugar.
«Es un misterio, desde la edad de los 17 años, como a las 12 de la noche, yo lo que hice fue callarme y no hacer la bulla. Yo lo he visto pasar y se me tupieron los ojos, yo no hallaba por dónde caminar… Mejor me quedé sentado y hasta esta fecha yo mejor no salgo, mejor me quedo quietito», relató un residente del sector.
Nadie sabe si esta figura representa un eco del pasado o una historia que se resiste a desaparecer, pero su presencia sigue regresando y dejando huella imborrable en la vida de muchos.









