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jueves, 04 diciembre, 2025

Santuario felino, una historia de amor y esperanza para más de 400 gatos

Neydi y Edgar han convertido su hogar en un santuario felino donde más de 400 gatos reciben amor, cuidados y una segunda oportunidad.

Entre maullidos, ronroneos y las miradas tiernas de más de 400 gatos, en el distrito de Acajutla, Sonsonate Oeste, una pareja ha convertido su amor por los animales en un santuario felino. Este refugio brinda hogar, cuidados y cariño a gatos abandonados, enfermos o en condición terminal y les da una segunda oportunidad llena de dignidad y afecto.

Neydi Barahona y Edgar Pimentel dedican su vida a proteger a los felinos, muchos de los cuales llegan con enfermedades como leucemia o sida felino. Otros presentan discapacidades físicas, pero en su refugio todos encuentran un hogar, un nombre y un techo que los resguarda con amor.

«Empezamos a rescatar, en el camino vimos unos gatitos positivos a sida y leucemia que no los adoptaban. Decidimos ser hogar para gatitos enfermos, ser su última morada, prácticamente aquí en el santuario pues es su última morada, a veces viven seis meses o un año, dos años, seis años y construimos acá también un cementerio para ellos a manera que todo sea acá. Mi labor comenzó al ver la situación de tanto gato en la calle», comentó Barahona.

Video / TCS. / Reportaje elaborado por: Maziel Méndez.

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Santuario felino, un hogar de cariño que enfrenta desafíos diarios

Para mantener el santuario en funcionamiento, la pareja impulsa varios emprendimientos y recibe el apoyo de personas solidarias que colaboran en la alimentación y el cuidado de los gatos.

Edgar llegó desde México y, junto a Neidy, encontró en El Salvador un nuevo propósito: ofrecer refugio y amor a los gatos desamparados. Lo que comenzó como un gesto solidario se transformó en un santuario lleno de vida gatuna.

«Lo que importa es atenderlo y que sepan que están todos bien y que todos estén sanos, que nada les falte, aunque sea con poquito, pero que nada les falte. También hay cariño, amor y afecto para ellos y un plato de comida aquí para darles», agregó Pimentel.

Para esta pareja, cada rescate va más allá de alimentar o curar: es una misión de amor que les cambió la vida por completo.

«Dejamos de vivir para nosotros como pareja y vivimos para ellos… ser hogar y casa de ellos y que ellos por lo menos conozcan el amor y el cariño antes de irse y partir de esta tierra, porque muchos de ellos nunca conocieron un hogar. Entonces, nuestra labor y nuestra función es que ellos conozcan el amor del humano, que no todo es malo», subrayó Barahona.

Esta pareja es prueba de que el amor puede marcar la diferencia. A pesar de ello, la cantidad de gatos y los recursos limitados les impiden aceptar nuevos rescates, por lo que solicitan apoyo para continuar su labor.

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