La leyenda del Cadejo cobra fuerza en Cojutepeque, donde varios habitantes afirman haber visto a un enorme perro negro rondando por las noches. Este personaje de la mitología cuscatleca aparece, dicen, para espantar a quienes caminan hasta tarde por las calles.
«Cojutepeque ha sido rico en muchas historias, pero ha sido en un caso muy específico donde existía un Cadejo negro y un Cadejo blanco. El negro es el del mal y el blanco es protector», explicó el profesor Francisco Berciano.
Video / TCS. / Reportaje elaborado por: Alex Rivas.
Una pareja de recién casados relató su encuentro con las dos míticas criaturas caninas.
«Para ese entonces esa calle de Los Cercos que le decimos en Santa Lucía era sola… Cuando terminamos de bajar la cuestecita como que cayeron así a la par de nosotros». La inesperada aparición los llenó de inquietud y desconcierto, sin comprender por qué los dos cadejos caminaban a su lado.
«Ese animalito nos seguía hasta que entrábamos a la casa, ahí se quedaba», relató el testigo.
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El Cadejo: figura mítica de protección o castigo
Una de las particularidades más intrigantes de esta leyenda es que existen dos tipos de cadejos con intenciones opuestas: uno protector y otro amenazante.
«El miedo y el sonido que hacían, el rugir de ellos enseñando los dientes, y normalmente se decía que el cadejo negro le salía a los hombres que andaban trasnochando o que andaban ebrios», relató Berciano.
Muchos describen al cadejo negro como un animal enorme cuyos ojos parecen brasas, hubo un tiempo que se logró identificar qué tan cerca estaba de las personas solo con escuchar su feroz sonido.
«Según las historias es que cuando se escuchaba el sonido del animal como que estuviera cerca de nosotros prácticamente estaba retirado de las personas o viceversa si se escuchaba lejos es porque estaba cerca y ahí era de sentir el temor que andaba alrededor de uno», agregó Berciano.
En pleno siglo XXI, las leyendas siguen vivas gracias a los relatos de quienes aseguran haberlas experimentado, aunque resulten difíciles de creer.









