Desde Olocuilta, en La Paz Oeste, Karla Vásquez y Gabriela Martínez han impulsado una iniciativa solidaria para llevar alimento a perritos callejeros y generar un cambio positivo en su comunidad.
Una vez por semana, estas jóvenes dedican toda una mañana para cocinar «la sopita», como ellas la llaman: una combinación de croquetas, menudos y mucho cariño, destinada a los perros sin hogar que rondan las calles de su comunidad.
Video / TCS. / Reportaje elaborado por: Sofía Shi.
«Al ver la necesidad de los perritos que andan deambulando, buscando comida y agua también surge la necesidad de nosotras de querer hacer algo por ellos. Surge la idea de salir a darles de comer a los perritos. Salimos una vez por semana, entonces ellos ya nos identifican o a veces por el olorcito de comida, nos identifican y de lejos se levantan y salen a encontrarnos. Es una alegría para nosotras que ya nos conozcan porque es un aporte de nosotras para ellos, ya sé que es un poquito, a lo mejor no es mucho para las personas, pero para ellos significa una pancita llena al día», expresó Martínez.
Cada semana logran alimentar a cerca de 20 perros; varios ya las reconocen y corren apenas perciben el aroma de la sopita. Aunque no siempre es fácil, pues la compra de croquetas depende del dinero que obtienen en sus trabajos, nunca han dejado de salir a repartir comida, ni siquiera cuando llueve.
Te podría interesar: ¿Cómo ayudar a las aves ante una ola de calor?
Jóvenes invitan a unirse a iniciativas para cuidar a perritos callejeros
«Los invito a todos a que puedan contribuir con refugios, con personas que hacen este tipo de cosas altruistas, donando una libra de croquetas, una libra de hígado, una libra de arroz. Cada pequeño cambio hace la diferencia en esta sociedad y siento que es importante aportar un poquito nuestro granito de arena para contribuir con quienes más lo necesitan», añadió Vásquez.
Daniela Portillo también se ha sumado a esta noble causa y sueña con ampliar la labor, brindando atención veterinaria a casos urgentes e incluso rescatando a los perros más vulnerables.
«El sueño siempre ha sido, desde el inicio, tener un refugio para poder ayudar a muchos perritos, que nos puedan ayudar con la esterilización de las perritas para así evitar que puedan reproducirse y estén en situación de calle», comentó Portillo.
Estas acciones han comenzado a inspirar a otros vecinos.
«Es bastante admirable, ya que no cualquiera dispone, principalmente de tiempo para atender a otros perritos de la calle, y pues no todos tienen la capacidad de hacerlo y el amor incondicional de los perritos que se les debe tener», enfatizó Diana Pérez, vecina de las jóvenes.
Lo que inició como un simple acto de compartir comida se ha convertido en un ejemplo vivo de solidaridad. Estas jóvenes entregan afecto y apoyo con cada plato de croquetas y sopa caliente.









