Con la llegada de las primeras lluvias de mayo, también emergen los característicos zompopos de esta temporada, un fenómeno que parece guiado por un reloj natural. Estos insectos, además de ser un indicio del cambio estacional, cumplen un papel esencial en los ecosistemas forestales.
Según Rafael Vela, representante del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA), su aparición no es casual. Las lluvias activan su ciclo reproductivo, en el que los zompopos realizan una especie de «baile nupcial» entre machos y hembras. Una vez completado este ritual, las hembras pierden sus alas y se preparan para perpetuar la especie.
Curiosidades y beneficios ambientales
Los zompopos de mayo pueden alcanzar hasta dos centímetros de longitud, mientras que las reinas pueden medir hasta 2.5 cm. Los machos y soldados, en cambio, suelen ser más pequeños, rondando los 1.5 cm. Una forma de distinguirlos es por el cuerpo robusto de las hembras, diseñado para almacenar alimento y asegurar la reproducción.
A pesar de que en países como México, Guatemala o Colombia su consumo es parte de la tradición culinaria, en El Salvador no se tiene esta costumbre, señala Vela.
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Además de su papel reproductivo, estos insectos cumplen una función clave en la fertilización del suelo. Al excavar túneles y movilizar materia orgánica, ayudan a reciclar nutrientes, enriqueciendo la tierra y fortaleciendo los ecosistemas.
No obstante, su aparición se ha visto alterada por factores como el aumento de temperaturas o el crecimiento urbano desmedido, que afecta sus nidos subterráneos. Aunque normalmente emergen entre mayo y junio, en los últimos años se han reportado avistamientos incluso desde marzo.
Video/TCS/Reportaje elaborado por: Ana Quintanilla.
Su ciclo sobre la superficie es breve —de uno a tres días— pero su impacto en el entorno es duradero. “Es parte de su ciclo natural, y también una contribución silenciosa pero valiosa a nuestros suelos”, concluye Vela.









