El programa Frente a Frente, de TCS, abordó desde otra perspectiva la problemática del tramo conocido como Los Chorros, en la carretera Panamericana. Este lugar fue llamado “callejón del Guarumal” en 1547, hace ya 449 años.
Dos expertos participaron en el análisis: el doctor Ricardo Castellón, historiador y escritor, y el doctor Miguel Hernández, coordinador de Ingeniería Geológica de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de El Salvador (UES).
Para el doctor Castellón, «El desafío en Los Chorros ha sido históricamente, precisamente el terreno. Una vez se comienza a alterar el terreno, que por sus condiciones geológicas es particularmente complicado por la roca, por la tierra, por la gran cantidad de agua que fluye ahí y acondicionarlo para el paso de vehículos«.
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Según el investigador, en esa zona había muchas caídas de agua. «Lo que pasa es que lo que se construía ahí, fácilmente era destruido por la naturaleza… estamos hablando de las condiciones naturales del terreno».
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Los Chorros, los volcanes y el tránsito
Por su parte, el doctor Miguel Hernández señaló que la apertura de taludes en el tramo de Los Chorros permite observar una secuencia volcánica importante. Esta proviene del volcán de San Salvador y otros cercanos.
El ministro de Obras Públicas y Transporte, Romeo Rodríguez, informó que intervendrán siete taludes. Cada uno tendrá una pendiente de entre 45 y 50 grados y contará con “anclajes activos” de entre 20 y 30 metros de profundidad, con el objetivo de estabilizar el terreno.
Hernández, experto en Ciencias de la Tierra y del Mar, advirtió que los materiales volcánicos en esta zona son jóvenes y poco cohesivos. Tienen baja cantidad de arcilla, lo que los hace muy susceptibles a la erosión. “Al abrir los taludes, esos materiales quedan expuestos y se vuelven erosionables”, explicó.
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El docente agregó que en la zona predominan suelos porosos, ricos en arena. Estas características provocan fracturas internas cuando se combinan con pendientes pronunciadas. Además, el exceso de lluvia satura el suelo y genera escorrentía. También influyen los sismos, las vibraciones y el tránsito pesado, que afectan la estabilidad de los suelos.
“La naturaleza termina reacomodando las pendientes”, dijo Hernández. Y agregó: “Intervenir un suelo no es tan fácil. Primero hay que conocerlo bien, saber cómo responderá ante estímulos externos como vibraciones o cambios en su inclinación”.
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